El otro día me encontraba en la empresa de un posible cliente y me enseñó su sala de calderas. En la misma había una caldera con un economizador en la chimenea que recirculaba sobre un depósito abierto que posteriormente, por gravedad y mediante una válvula de boya, enviaba agua al depósito de alimentación que también estaba abierto.

 

Una de las cosas que me sorprendió, entre otras, fue que los depósitos que formaban parte del circuito de alimentación de la caldera no se encontraban calorifugados y estaban abiertos, con lo cual, cuando cogí la muestra teníamos el agua a temperatura ambiente.

 

Debemos tener en cuenta que un economizador es una inversión de la que se espera obtener un retorno mediante dos vías:

  1. El economizador, al calentar el agua, elimina parte del oxígeno disuelto de alimentación. A 20° tenemos, a presión atmosférica, 9,13 mg/l de oxígeno disuelto, a 90°C 1,50 mg/l… 6 veces menos, por lo que se reduce la cantidad de producto antioxidante de una forma significativa.
  2. También se produce una reducción de combustible a utilizar. Al incrementar la temperatura del agua con la que alimentamos la caldera se podría reducir entre un 5% y un 10% el consumo de combustible.

 

Al tener los depósitos abiertos el agua se nos vuelve a enfriar y disuelve el oxígeno del ambiente que podíamos haber eliminado por lo tanto este cliente realmente no tiene un economizador sino un enfriador de humos.

 

Por lo tanto, instalar un economizador nos supone las siguientes ventajas:

  • Ahorro de producto químico
  • Ahorro de combustible
  • Mejora medioambiental
    • Por la reducción de combustible
    • Por la reducción de químicos
    • Por la emisión de humos de combustión fríos

 

Pero si lo instalamos dejémonos aconsejar por instaladores contrastados, empresas de tratamientos solventes y hagamos un estudio económico para ver la viabilidad.

 

Para más información, no dudes en contactar.

Llámanos 619752021

Correo f.francisco@consultagua.es